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Madres de Abril conmemoran en Costa Rica conmemoran con una misa la masacre del Día de las Madres

Con flores, lágrimas y gritos silenciados por el exilio, decenas de nicaragüenses se reunieron este domingo en Costa Rica para recordar una herida que sigue abierta: la Masacre del Día de las Madres. Siete años han pasado desde aquella marcha del 30 de mayo de 2018, cuando lo que comenzó como un homenaje terminó en tragedia. Quince personas murieron solo en Managua, y cuatro más en otras ciudades del país, tras ataques armados durante una manifestación pacífica contra el régimen de Daniel Ortega.

Lejos de su tierra, pero con el corazón clavado en ella, miembros de la comunidad nicaragüense en Costa Rica –convocados por la Asociación Madres de Abril (AMA)– se dieron cita en la parroquia San Isidro Labrador, en Vázquez de Coronado. Allí, entre oraciones y abrazos apretados, honraron a sus muertos. No hay tumba que frene la memoria. No hay destierro que apague la sed de justicia.

“Estamos aquí porque seguimos vivos, seguimos creyendo, seguimos luchando”, dijo una de las madres, con la voz temblorosa pero firme, sosteniendo la foto de su hijo asesinado aquel día. Las imágenes de las víctimas colgaron como estandartes de dignidad en el atrio de la iglesia. Cada rostro, una historia arrancada a balazos. Cada nombre, un grito que se niega a desaparecer.

La misa, organizada especialmente para la diáspora nica y los familiares de las víctimas, fue más que una ceremonia religiosa: fue un acto político, espiritual y profundamente humano. Un espacio para recordar que el dolor no prescribe, y que exigir justicia no es una consigna: es un derecho.

Tras la misa, una exposición fotográfica tomó la calle. Caras jóvenes, miradas que no olvidan, pancartas que exigían memoria y justicia. La comunidad convirtió la acera en un altar de resistencia.

La Masacre del Día de las Madres fue uno de los episodios más sangrientos de las protestas que sacudieron Nicaragua en 2018. Ese 30 de mayo, mientras miles marchaban con banderas y consignas, Ortega se plantaba ante sus seguidores con un mensaje desafiante: “Nicaragua nos pertenece a todos y aquí nos quedamos todos”. Horas después, las balas hablaron más fuerte.

Hoy, las madres no han enterrado la lucha. AMA sigue siendo faro de memoria en medio de la impunidad. “Este acto es para reafirmar el derecho de todos los nicaragüenses a vivir en libertad, con fe y pensamiento libre en su país de origen”, declaró la organización.

El exilio no ha mermado la fuerza. Al contrario: la ha multiplicado. Porque cuando un pueblo tiene que cruzar fronteras para recordar a sus muertos, lo hace con el pecho erguido y el corazón en llamas

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