La Alcaldía de Chinandega anunció con entusiasmo la entrega de la segunda etapa de la Escuela de Hotelería y Centro Cultural en el histórico barrio Santa Ana. Una obra que, según el discurso oficial, abrirá espacios de formación técnica y artística para la juventud y consolidará un camino de desarrollo social.
Celebramos todo esfuerzo que amplíe las oportunidades educativas y culturales. Pero es preciso preguntarnos: ¿qué tan profundo cala este tipo de proyectos en la vida real de la población? ¿Se trata de un verdadero impulso al futuro de Chinandega o de un gesto más en el repertorio de anuncios municipales que buscan visibilidad política, sin tocar las raíces de los problemas?
La realidad del municipio obliga a mirar más allá de los cortes de cinta y las fotografías en redes sociales. Chinandega, motor económico del país, sigue arrastrando desigualdades estructurales. El norte del departamento vive en el abandono: caminos intransitables, comunidades con alto analfabetismo, ausencia de servicios básicos y jóvenes que migran porque no ven futuro en sus tierras. Ese éxodo masivo de talentos debería ser el verdadero llamado de atención de nuestras autoridades.

En contraste, lo urbano recibe inversiones puntuales que pueden lucir bien en los titulares, pero que no necesariamente alivian la precariedad del día a día. Una escuela o un centro cultural son importantes, pero resultan insuficientes si no se acompañan de políticas integrales de empleo digno, formación sostenida y acceso a infraestructura básica en todos los rincones del municipio.
Chinandega es una tierra de cultura vibrante y de gente trabajadora que merece más que promesas estéticas. Lo cultural no puede ser un adorno, sino una herramienta de cohesión social, de identidad y de justicia. Y lo educativo no puede quedar atrapado en proyectos inaugurales, sino convertirse en la base de un verdadero plan de desarrollo humano.

Este martes la Alcaldía celebró una obra. El pueblo, en cambio, sigue esperando una transformación. La diferencia entre una y otra cosa marcará el rumbo de Chinandega: o continuamos con proyectos que brillan en la superficie, o empezamos a construir un municipio donde cada inversión se traduzca en igualdad, oportunidades y dignidad.