La comunidad nicaragüense en el exilio y los activistas que resisten al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo lloran la pérdida de Justino Antonio Jarquín Blandón, un joven excarcelado político que murió este sábado 2 de agosto en Estados Unidos, a los 28 años, debido a una complicación de salud causada por la bacteria Toxoplasma Gondii, que le provocó inflamación y muerte cerebral.
Originario de Managua, Justino era estudiante de enfermería cuando se sumó a las protestas universitarias de abril de 2018, apoyando primero en la Upoli y luego en la UNAN-Managua. Sobrevivió al violento ataque de paramilitares y policías orteguistas el 13 de julio de ese año en el recinto universitario y en la iglesia Divina Misericordia, donde dos jóvenes fueron asesinados. Días después, el 19 de julio, fue secuestrado en una casa de seguridad y, tras un proceso judicial arbitrario, el Juzgado Séptimo Distrito Penal de Audiencia de Managua lo condenó por terrorismo, obstrucción de vías y portación ilegal de armas, sin pruebas que respaldaran los cargos. Justino recuperó su libertad el 10 de junio de 2019, pero continuó su lucha desde el exilio.

Su muerte ha generado un profundo impacto entre sus compañeros. Una líder estudiantil y ex presa política expresó en redes sociales: “La muerte de Justino duele en lo más hondo porque representa una de las tantas injusticias que se acumulan en la historia reciente de Nicaragua”. Por su parte, un grupo de excarcelados políticos destacó su “espíritu optimista y alegría contagiosa”, recordándolo como un compañero servicial que se ganó el cariño de muchos durante su encarcelamiento.
Un amigo cercano, también exiliado, compartió un emotivo recuerdo: “Cuando me dijeron que estaba libre de cáncer, vos fuiste el primero en decirme que me acompañarías a pagar mi promesa en la Basílica de Los Ángeles, Cartago. Caminamos 24 kilómetros, y te fuiste de rodillas conmigo hasta el altar para no dejarme solo, aunque se te ampollaron los pies”. Añadió con dolor: “Dile a la Señora de Los Ángeles que nos eche la mano, que este exilio ya es demasiado. Vuela alto, chavalo necio”.
Justino se suma a la lista de excarcelados y exiliados que han fallecido soñando con la libertad de Nicaragua y el retorno a su tierra. Su legado de valentía, solidaridad y resistencia permanece vivo en la lucha por una Nicaragua libre.