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Inauguraron paredes nuevas, pero sin médicos y los estantes de medicina siguen vacíos

Entre discursos, cintas cortadas y flashes que pretenden retratar progreso, las autoridades del municipio de Chinandega celebraron la remodelación del centro de salud María del Carmen Salmerón. Una obra que, según la Alcaldía Municipal, simboliza el compromiso con la salud pública. Pero mientras las paredes lucen una nueva capa de pintura, el verdadero drama se libra en los estantes: no hay medicamentos, ni personal medico.

Sí, el techo ya no gotea y los ventiladores giran como helicópteros optimistas. Pero ¿de qué sirve una infraestructura recién maquillada si al llegar con fiebre, hipertensión o un niño con diarrea, lo único que te dan es una receta… para que vayas a buscar alivio a una farmacia privada?

Esto no es desarrollo, es maquillaje. Y el maquillaje no cura.

El centro de salud, que debería ser un refugio para la comunidad más vulnerable, se ha convertido en una sala de espera sin final. Porque sin medicamentos, sin insumos básicos, sin el mínimo para salvar vidas, lo que hay es un cascarón bonito con alma vacía.

Y mientras las autoridades celebran la obra física, el pueblo sigue haciendo cuentas para ver si le alcanza para comprar un paracetamol. ¿De verdad podemos hablar de avance cuando el derecho a la salud se mide por la suerte o el bolsillo?

Reformas sí. Remodelaciones también. Pero primero, llenen las gavetas. Porque la salud no se pinta, se garantiza con médicos atendiendo y brindando medicinas que la población necesita.

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